En comparación con los primeros modelos de calderas rápidas, que contaban con un flujostato y requerían un cierto caudal de agua para poder producir agua caliente sanitaria, los fabricantes han dotado a las calderas modernas de un nuevo mecanismo más preciso para detectar la demanda de ACS.

El flujómetro es, por lo tanto, un componente del lado sanitario que mide con precisión el paso del agua dentro de una tubería. Los malfuncionamientos de este dispositivo pueden hacer que la caldera no se encienda durante la extracción de ACS o que se encienda cuando no hay demanda.

El flujómetro funciona mediante un sensor que detecta la velocidad del flujo de agua a través de una turbina o un medidor de efecto Hall. Cuando el agua fluye a través del flujómetro, la turbina gira o el sensor detecta el movimiento, enviando señales eléctricas a la placa electrónica de la caldera. Esta placa interpreta las señales para regular la llama y garantizar que la cantidad de calor producida corresponda a la demanda de agua caliente sanitaria (ACS).

En los modelos modernos, el flujómetro no solo aumenta la eficiencia de la caldera, sino que también contribuye a reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, al regular la llama según la demanda real de agua caliente, la caldera evita desperdiciar energía manteniendo una llama alta cuando no es necesario.

Es importante mantener el flujómetro en buenas condiciones para asegurar el correcto funcionamiento de la caldera. Un flujómetro defectuoso puede provocar varios problemas, entre ellos:

  • La caldera no se enciende cuando hay demanda de agua caliente.
  • La caldera se enciende incluso sin demanda de agua caliente.
  • Variaciones repentinas en la temperatura del agua.
  • Altos consumos de energía e ineficiencia del sistema.